Desafíos demográficos en Puerto Rico: ¿Que está detrás de la crisis actual y como afectara el futuro de la Isla?

Introducción

La demografía es una ciencia social que estudia el estado y la dinámica de las poblaciones humanas. Mediante la utilización de diversas fuentes de información, como los censos de población, encuestas y eventos vitales, se examinaron los cambios ocurridos en el comportamiento de las variables demográficas, así como su impacto en el estado de la población para las primeras décadas del Siglo XXI en Puerto Rico. Todos los cambios mencionados anteriormente en las variables demográficas apuntan al surgimiento de una nueva y desafiante realidad demográfica.

El decrecimiento de la población

Durante el periodo de 1910 al 2000, la población total de Puerto Rico mostró un patrón de crecimiento ascendente. Sin embargo, para los dos años censales siguientes al 2000 (2010 y 2020), se registró por vez primera un declive en el tamaño de la población. Esta disminución fue mucho más marcada para el último periodo intercensal entre el 2010 y 2020. Para el año 2000, la población total enumerada alcanzó la cifra de 3.8 millones de habitantes (3,821,362).

Las proyecciones de población para el 2010 pronosticaban una población cercana a los cuatro millones de habitantes. Sin embargo, con la llegada de las cifras censales para ese año, quedó confirmado que no se había alcanzado la esperada cifra de cuatro millones y que, por el contrario, por primera vez en nuestra historia censal, se había registrado una reducción en el tamaño total de la población con respeto a la cifra censal del año 2000.

El tamaño de la reducción total de la población entre los años 2010 y 2020, después de considerar el sobre conteo informado por el Negociado del Censo en referencia a los censos 2010 y 2020, por las cantidades de 164,300 y 174,000 respectivamente, se estimó en 455 mil (454,280) personas menos, lo que representa un 13 por ciento (12.7%) de cambio en 10 años. Por cada 100 personas en el 2010, teníamos 13 menos en el 2020.

No hay duda de que una pérdida tan extraordinaria de población en un periodo relativamente corto de tiempo provoca una situación de desestabilización en la estructura de edad de la población, como resultado de los movimientos poblacionales y las reducciones en la natalidad.

Los movimientos hacia el exterior

La migración es una variable social que es selectiva desde el punto de vista de la edad de los migrantes y que guarda una estrecha relación con los distintos motivos que esgrimen las personas para emigrar.

Los puertorriqueños pueden migrar a los EE.UU. sin la intervención del gobierno local para autorizar su salida, como ocurre en la mayoría de los países donde la entrada a dicho país depende de la otorgación de un permiso oficial. En el caso de Puerto Rico, no hay duda de que los movimientos migratorios hacia los EE.UU. ocurren mayormente por motivos económicos y por la búsqueda de una mejor calidad de vida tanto para el migrante como para su familia.

A diferencia de lo que ocurre con otros migrantes latinoamericanos o de otros países, los puertorriqueños pueden emigrar a los EE.UU., una vez tomada la decisión. Sólo basta con comprar un boleto aéreo para concretizar el cambio de residencia.

La búsqueda de mejores oportunidades económicas parece ser la principal motivación que mueve a personas jóvenes, solteras y a familias con niños pequeños, a emigrar. Por lo general, son personas en edades productivas y reproductivas, lo que ocasiona un desbalance en la estructura de edad tanto en el país de origen (envejecimiento) como en el de destino (rejuvenecimiento). Los cambios en las edades de los efectivos de una población provocan, a su vez, cambios en otras características de la población que también producen cambios en las variables demográficas y dan paso a que el estado de la población cambie (tamaño, distribución y composición).

 En Puerto Rico, la ausencia de una política de población que guarde consonancia con un plan de desarrollo económico sostenible es una limitante que permite y facilita que la interrelación de las variables demográficas ocurra al azar y no como parte de una gama de estrategias gubernamentales coherentes, debidamente planificadas y articuladas.

Ante esta situación se sugiere, al menos, contar con un sistema de alta calidad, seguro, continuo, actualizado y público de vigilancia de las tres variables clave para la dinámica demográfica : los nacimientos vivos, las defunciones y  la movilidad geográfica La calidad y medición de estas tres variables es la base para el desarrollo de indicadores que permitan medir la migración en Puerto Rico, ante un panorama económico, social y político que provoca alteraciones constantes a la estructura de edad de nuestra población; factor que es la base sobre la que descansa nuestra viabilidad como pueblo.

Los movimientos poblacionales hacia y desde el archipiélago de Puerto Rico han sido a través del tiempo los principales responsables de los cambios extraordinarios en el crecimiento y tamaño de la población.

Los efectos de la migración en la composición de la población son variados. Entre estos se hace preciso destacar la realidad de un envejecimiento cada vez mayor, entre una población ya envejecida, unido a la pérdida de una población joven en edades productivas y reproductivas. Estas circunstancias ponen en precario el hecho de que, en un futuro cercano, los puertorriqueños podríamos tener dificultades para satisfacer algunas necesidades puntuales dentro de los límites geográficos del archipiélago puertorriqueño.

Existe una alta probabilidad de que el éxodo de los puertorriqueños continúe entre los sectores más jóvenes, de ambos sexos, de familias con niños pequeños en busca de una mejor educación para sus hijos y de programas especiales para atender condiciones de diversidad funcional, ya sea mental o física y de otras condiciones apremiantes de salud. Por otro lado, podrían, además, considerar irse del país, personas víctimas de violencia y de la actividad delictiva, personas empleadas con una pobre remuneración, y profesionales que no encuentran trabajo o que perciben que sus sueldos no están a tono con su preparación académica.

Es preciso destacar que también, existe un grupo poblacional que no se menciona cuando se trata el tema de la migración, debido a que su edad no suele asociarse con este evento demográfico. Nos referimos a los adultos de edad avanzada con algún poder adquisitivo. Este sector de la población podría emigrar, entre otras razones, porque ya cuenta con una red de apoyo familiar en los EE. UU. que puede incluir a hijos que ya residen fuera del país. Igualmente, un factor de peso, puede ser la necesidad de recibir servicios de cuidado de salud, que son de limitada accesibilidad en la Isla. Estos aspectos podrían llegar a configurarse como un factor de empuje con un impacto significativo en el sector creciente de los migrantes. Este movimiento poblacional proyectado se podría diferenciar de los demás y ser reconocido como “los migrantes de la edad dorada”.

El desbalance que existe en nuestra estructura de edad por motivo de las disminuciones recientes y continuas en el tamaño de la población repercute directa e indirectamente en el consumo y producción de bienes y servicios del país. Según se gana en edad, el consumo de determinados bienes se reduce e incrementa la demanda de servicios relacionados con el cuidado de la salud. Por lo general, dichos servicios son ofrecidos por personas jóvenes, cuyo grupo es el que ha estado experimentando una baja notable en su tamaño. No hay la menor duda, de que este cuadro o situación puede poner en peligro la calidad de vida de los consumidores que conforman el sector de mayor crecimiento de la población: las personas de edad avanzada. La pérdida de 700 mil personas en un periodo de 20 años es un asunto que habla por sí solo.

En resumen, un balance neto emigratorio como el experimentado durante las primeras décadas del presente siglo causa, a corto plazo, lo siguiente:

  1. una reducción en el tamaño de la población
  2. una disminución de la población joven en edades productivas y reproductivas
  3. la aceleración del envejecimiento de la población ante la pérdida significativa de población joven
  4. una reducción de personas con un alto potencial de ser consumidores por un largo periodo de tiempo, de bienes y servicios, tanto públicos como privados, con un impacto negativo en la actividad económica y comercial del país.

Los descensos en la natalidad y su importancia en los cambios en la estructura de edad y reducción del tamaño de la población

No hay duda de que la variable migración ha jugado a través del tiempo un papel protagónico en la determinación del tamaño y crecimiento de nuestra población. Sin embargo, el comportamiento de la natalidad, que por largos años se encargó de minimizar y neutralizar las pérdidas causadas por la emigración en el tamaño de la población, cambió abruptamente su función en la ecuación de los componentes de la población. De una función amortiguadora ante las pérdidas provocadas por la emigración, la natalidad, en unión a un balance neto emigratorio, contribuye a las reducciones en el tamaño de la población y como determinante de los visibles y preocupantes cambios en la estructura de edad. Las reducciones de la población joven, así como el incremento porcentual de los sectores de más edad, son el resultado de una natalidad en descenso.

Durante varias décadas, los niveles de natalidad registran un patrón, aunque lento, descendente. Sin embargo, con la llegada del nuevo siglo y con ello la presencia de situaciones de diverso origen, ocurrencia simultánea, estadía prolongada y convivencia no deseada, causaron una reacción explosiva en cadena que resultó en una respuesta de gestión adaptativa por parte de la gente. Muchos tomaron la decisión de emigrar y otros fueron muy efectivos en controlar su fecundidad. Mientras la natalidad ejercía su rol de amortiguadora ante la pérdida de población por emigración, el tamaño de la población siguió aumentando como ocurrió durante las décadas del 50 y 60 del siglo pasado.

La pérdida de población en el 2010 con respecto al censo 2000 fue una alarma de que habíamos tenido unos movimientos emigratorios sin mucha visibilidad y que el crecimiento natural se había reducido. El rol de amortiguador que ejerció la natalidad ante un movimiento emigratorio se había perdido. Para el año 2016, la tasa de crecimiento natural cambió de positiva a negativa. Mientras la natalidad aceleró su proceso de reducción, la mortalidad comenzó a aumentar por motivo del envejecimiento de la población y por la llegada de los baby boomers a edades con un alto riesgo de muerte. Todas estas variaciones experimentadas por las variables demográficas son las causantes de que continúe reduciéndose el tamaño de la población. Hasta el año 2015, las tasas de crecimiento natural anual fueron todas positivas; los nacimientos superaron numéricamente las defunciones. La tendencia proyectada para esta tasa es la de un crecimiento natural negativo en aumento, por motivo de un alza esperada en las defunciones.

Los Baby boomers y el envejecimiento de la población

Para el 2011, los primeros baby boomers alcanzaron la edad de 65 años. Los componentes de esta generación nacieron entre los años 1946 y 1964, después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, y se caracterizan por la enorme cantidad de nacimientos vivos procreados (1,527,594) en un periodo de 19 años.  El promedio anual referente a la cifra de nacimientos vivos procreados para el periodo bajo discusión fue de 80,400. En 1947, se registró una nueva marca en las cifras de nacimientos vivos con cerca de 92 mil (91,496) recién nacidos en un solo año.

Los cambios en la natalidad aquí mencionados están relacionados con el aumento considerable en la cifra de adultos mayores observada en Puerto Rico. Se proyecta que el sector de 65 años o más tiene un alto potencial de seguir aumentando numéricamente, tanto en cantidad como porcentualmente, como resultado de la entrada, en los próximos años, de las cohortes nacidas entre 1956 y 1964 que recién comenzaron a ingresar al grupo de 65 años o más de edad.

El descenso de la natalidad

Los descensos recientes en la natalidad en Puerto Rico pueden catalogarse como extraordinarios. El efecto de las reducciones en las cifras de nacimientos vivos se puede sentir inmediatamente en las primeras edades de la estructura de la población.

Del análisis de los datos de natalidad, es evidente la reducción en los nacimientos vivos en Puerto Rico. El último dato preliminar para el año 2022 relacionado a este evento demográfico fue de 19,148 nacimientos vivos. Esto equivale a que, por cada tres nacimientos vivos ocurridos en el año 2000, se registró solamente uno, en el 2022. Si nos remontamos al año 1947, la relación sería de cinco nacimientos vivos por cada uno ocurrido en el 2022.

Razones para las reducciones en la natalidad

Existen varias razones que pueden explicar las reducciones tan significativas en las cifras de nacimientos vivos. Sin embargo, deseamos destacar algunas de naturaleza demográfica que entendemos juegan un papel determinante en el comportamiento de la natalidad.

La primera y principal razón, tiene que ver con la reducción extraordinaria en las cifras de mujeres en edades reproductivas, entre 15 y 44 años. Para el año 2000, había 855 mil mujeres en ese grupo de edad. y para el 2020, según los estimados de población del Negociado Federal del Censo, esa cifra se había reducido a 606 mil. Esto representa una reducción de 248 mil mujeres en un periodo de 20 años, que a su vez equivale a casi un treinta por ciento (-29.1%) de cambio. Para el año 2000, este sector de la población representaba el 43.2% de la totalidad de las mujeres, mientras que para el 2020 su importancia relativa se redujo a 36.5%. Es necesario señalar que la reducción en la importancia relativa de este sector en la población total femenina cobró más importancia cuando el porcentaje de cambio para el último periodo intercensal del 2010 al 2020 fue de -21.7%. Es decir, por cada 5 mujeres en las edades de 15 a 44 años en el 2010, había 4 en el 2020.

Factores de naturaleza demográfica que pueden explicar la disminución en las cifras de mujeres en edades reproductivas

Las reducciones en la natalidad tienen un impacto directo en este sector de la población a partir de los 15 años cumplidos. A medida que una población experimenta reducciones significativas en las cifras de la natalidad, disminuirá la entrada de mujeres que podrían, en algún momento, llegar a tener el rol de procreadoras. Menos nacimientos implica menos población femenina que pueda sustituir a las mujeres que quedan fuera del grupo en edades reproductivas, ya sea por muerte, emigración, o menopausia. Esto resulta a su vez, en la reducción del tamaño de la población, provocando una importante alarma, al reducirse el número de personas que residen en Puerto Rico que son nacidas en el país.

La migración también ha contribuido como factor determinante a la reducción femenina de la población, debido a que la gente joven es la más propensa a emigrar. En el caso de Puerto Rico, se ha observado una mayor cantidad de mujeres jóvenes emigrantes que sus contrapartes del sexo masculino.

Un factor de importancia a considerar, íntimamente relacionado con el tamaño de la población femenina entre las edades de 15 y 44 años, es la distribución por edad dentro de este grupo poblacional, que ha estado reduciéndose, tanto en cantidad como en importancia relativa. Existe una alta relación entre los niveles de fecundidad de la mujer y la variable edad. La fecundidad suele ser mayor a edades más jóvenes y se reduce conforme se avanza en edad. Una entrada cada vez más baja de mujeres jóvenes, como parte del grupo bajo consideración, provoca una disminución en la cifra potencial de mujeres que puedan procrear. Cabe destacar que a nivel mundial, aunque la cifra de mujeres, en números absolutos, en edad de procrear continua en aumento, el total de hijos promedio que tienen la mujeres ha mostrado una tendencia descendente.

La tasa total de fecundidad, que es el número promedio de hijos que las mujeres tienen al finalizar su periodo reproductivo, es una de las más bajas a nivel mundial. Para 1990, la tasa era de 3.2 hijos promedio por mujer. Actualmente, se calcula en 0.89 hijos.

Se han observado varias razones que parecen haber contribuido a esta notable disminución en la fecundidad:

  1. Independientemente del nivel socioeconómico de las mujeres que han procreado en años recientes, la gran mayoría exhibe niveles bajos de fecundidad. Existe, por tanto, una marcada diferencia en comparación con lo que ocurría en el pasado.
  2. El uso excesivo del método quirúrgico de la cesárea en sustitución del método natural vaginal aumenta la probabilidad de que la mujer se esterilice. Para el 50 por ciento de los partos registrados el año pasado (2022), se utilizó este método. Con un registro tan bajo de nacimientos, esta práctica médica merece ser estudiada más detalladamente por sus implicaciones a corto y mediano plazo.
  3. La cifra de matrimonios en Puerto Rico se ha ido reduciendo debido a la presencia cada vez menor de personas en las edades comunes casamenteras, que hace unos años atrás contraían matrimonio. Todo parece indicar que los sectores más jóvenes de la sociedad puertorriqueña, como ocurre en otros países, le dan muy poca importancia a la institución del matrimonio. Un indicador de esta nueva modalidad es el hecho de que de las mujeres que dieron a luz en el 2022, solo el 29 por ciento estaba casada legalmente.
  4. Una mayor educación por parte de las mujeres, en comparación con sus contrapartes del sexo masculino, y un mayor conocimiento y uso de los métodos anticonceptivos, incluyendo el método de la esterilización, parecen haber contribuido a la baja en fecundidad. A mayor educación, menos hijos y una mayor participación laboral.
  5. La falta de coherencia entre metas y objetivos en algunas políticas públicas y privadas que, aunque no necesariamente fueron disuasivas en su origen para atentar contra la natalidad y fecundidad de las mujeres, aparentemente si lo fueron.

Un crecimiento natural negativo de la población, como el que tiene Puerto Rico y los llamados países desarrollados, es indicativo de que han concluido su proceso de transición demográfica, que es el paso a través del tiempo de altas tasas de natalidad y mortalidad a bajas tasas de natalidad y mortalidad, con un crecimiento lento de la población durante las tres primeras etapas de la transición demográfica.

La entrada de Puerto Rico a esta nueva etapa (crecimiento natural negativo) después de haber finalizado su transición demográfica, de exhibir niveles bajos de fecundidad y de compartir este comportamiento demográfico con otros países del mundo llamados desarrollados, son características descritas en la literatura como de países en plena “Revolución Reproductiva”. Estos países se caracterizan por su baja fecundidad y bajo nivel de reemplazo de la población y una alta esperanza de vida de sus habitantes, como es el caso de Puerto Rico.

La diferencia entre Puerto Rico y los países desarrollados que se encuentran en esta nueva etapa demográfica es que esos países no exhiben un comportamiento migratorio como el nuestro, y la reducción de la fecundidad fue parte del proceso de transición demográfica que tomó un largo periodo de tiempo en concretizarse. En Puerto Rico, el cambio experimentado durante esta última década en cuanto a la natalidad fue uno abrupto y producto de malas decisiones económicas y políticas tomadas a través del tiempo con serias implicaciones en el presente. Este panorama se agudiza con la llegada de desastres naturales, epidemias y pandemias con resultados visibles a corto plazo en lo referente al descenso del tamaño de la población y la alteración contundente de la estructura de edad.

Se espera que esta reducción en la fecundidad continúe por los próximos años. Es imprescindible destacar que las posibilidades de que se pueda volver a reactivar esta variable demográfica será un reto cargado de grandes desafíos, realidad a la que tanto el país como todos sus habitantes estamos y estaremos expuestos y expuestas.

Conclusión

 El comportamiento demográfico que vive el archipiélago de Puerto Rico, destacando como variables protagonistas, al descenso en la natalidad y el alto volumen de emigrantes durante el transcurso de las primeras décadas del siglo XXI, es la razón principal de nuestra presencia aquí en el día de hoy. Estas dos variables son las protagonistas de una situación que levanta gran preocupación por sus consecuencias palpables, ya que estas impactan considerablemente nuestro diario vivir. Las reflexiones, comentarios y reacciones ante la realidad demográfica que vive nuestro país por parte de individuos ya sea en su carácter personal, profesional o como personas que influyen en el desarrollo de política pública en nuestro país, han sido diversas y a su vez inquietantes. Las mismas se han enfocado de manera casi exclusiva en la fecundidad de la mujer. Todos proponen aparentemente la mejor solución: si queremos aumentar la población, la mujer tiene que parir porque ese es su rol.  Cuando el mundo experimentó lo que se consideraba una explosión demográfica, la propuesta fue controlar la fecundidad, enfocándose en la mujer, a través de promover el uso de métodos anticonceptivos y la esterilización. Y hoy décadas lejos de esa realidad, donde experimentamos una implosión demográfica, la supuesta solución se vuelve a enfocar EN LA Mujer, en esta ocasión la población femenina tiene que parir. Los elementos para considerar en este análisis nunca debieron ni deben ser reducidos a la función de tener hijos de la mujer. La realidad social, cultural, económica y política, entre otros factores, que vive nuestro país, no puede ser obviada en esta ecuación, cuyo análisis debe de ser uno de naturaleza holística.

 Aumentar la población para tratar de igualar a la cifra de habitantes a la del año 2000, no debe ser nuestra prioridad. Cumplir tal meta vía natalidad tardará años en lograrse, si es que se logra bajo una nueva generación que no la prioriza, y no necesariamente resolvería los problemas demográficos, sociales y económicos que nos han traído a nuestra presente realidad poblacional. Nuestra prioridad debe ser reconocer la dinámica demográfica ocurrida y enfocar nuestros esfuerzos en atender la realidad actual, que está junto a otros factores ha provocado. La necesidad de alternativas de atención a este cuadro que vive Puerto Rico debe de ser cónsono con nuestra realidad social, económica y política. Este es un asunto urgente y vital que nos concierne a todos y todas. De manera específica, la atención dirigida a producir resultados que desarrolle y adopte el estado, será una pieza clave para aspirar a un Puerto Rico con puertorriqueños y habitantes cuya realidad y existencia no se vea deteriorada a un nivel de sacrificio de su calidad de vida. Es preciso y urge la necesidad de nuevas estrategias dirigidas a maximizar los recursos de los que dispone nuestro país.